En víspera de una nueva edición de “Diversidad sexual y de género: Herramientas desde la Salud Mental”, Iván Chanez, psicólogx, comentó con nosotras lo aprendido tras su participación de la primera jornada del curso.
Esta semana, Fundación Meridiana anunció la segunda edición del curso “Diversidad sexual y de género: Herramientas desde la Salud Mental”, dedicado a trabajadoras del área de la salud, en especial a quienes se dedican a la salud mental. La jornada tendrá lugar el sábado 4 de diciembre desde las 09:30 horas en modalidad online. Las inscripciones continúan abiertas hasta agotar cupos, con un valor de $40.000 CLP por persona.
Iván Chanez, psicólogx y miembro del equipo clínico de la Clínica Psicológica PUCV, participó de la primera edición del curso realizada en septiembre de este año. Iván nos contó su #ExperienciaMeridiana y acá te dejamos la entrevista.
Cuéntanos de tu experiencia en el curso, ¿qué te pareció?
¡Fue un curso interesante! Si bien fue corto, fue profundo en intentar tocar puntos centrales dentro del trabajo con población LGBTIQ+. Siento que permitió que, como el espacio era una sola jornada, se generara diálogo y un vínculo breve pero significativo con algunas compañeras.
Trabajar sobre espacios seguros para la diversidad sexual y disidencias, es también parte del compromiso y la necesidad que tenemos muchas por trabajar de manera ética, respetuosa y muy abierta con las experiencias que puedan tener las distintas personas.
Me quedó la sensación que el curso iba enfocado más que todo a lo particular de la diferencia. A respetar a cada persona en su singularidad y a la vez también a ser cuidadosos con eso. Fue un curso muy específico en términos de generar espacios seguros más que “el espacio seguro” en general. Eso también me permitió entender el curso como una propuesta ética más que solamente una propuesta de formación. Es de gran aporte y permite dialogar sobre qué es un espacio seguro, desde nuestras propias militancias y a la vez con nuestra propia gente. Eso es bien bonito y me gustó mucho.
¿Adquiriste nuevas herramientas tras tu participación en el curso? ¿Las aplicas, o crees que podrás hacerlo más adelante en tu desarrollo profesional?
Adquirí muchas herramientas, pero no me di cuenta hasta que estaba en sesión con un paciente. Creo que tener un poco de contexto y a la vez trabajar desde lo trans-afirmativo me permitió involucrarme en los procesos de una manera distinta.
Por ejemplo, el trabajo en las comorbilidades permite que uno haga un alcance más allá de la clínica y también se involucre con los procesos humanos de una manera muy responsable y ética. Eso es fundamental en la práctica, pensando en la historia que le ha tocado vivir a la población LGBTIQ+ y disidencias. Es algo que merece respeto a nivel social y, si nosotras desde la clínica podemos aportar eso, es esencial, es un gran paso.
Una de las herramientas fue el partir entendiendo que no hay nada qué cambiar. Hay que estar abierto a que las opciones de vida y hay que respetarlas. Uno tiene un rol fundamental en promover que las condiciones de vida sean respetadas en tanto en que uno como clínico tiene cierta posición social, cierto lugar de afirmación y validación que si uno lo puede poner a disposición puede ser muy importante para agilizar procesos con distintos grupos interdisciplinarios. Esa noción de gestión y formación de redes con una conciencia ética en torno al trabajo con la población LGBTIQ+ y disidencias, creo que para mí fue como la gran herramienta.
Finalmente, ¿recomendarías este curso a una colega? ¿Por qué?
Lo recomendaría. El curso cumple una función de psicoeducación y también un rol de visibilización y de generar redes.
Más allá de lo que uno pueda aprender en el curso, que ya es vital, creo que también es una instancia súper importante como soporte para generar redes con compañeras que estén trabajando en estas temáticas, pensando en redes de derivación, redes de trabajo, donde uno puede generar próximamente apoyo. Estas instancias nos unen y, en estos tiempos, es donde más unidas tenemos que estar.